Este año estoy cumpliendo (de momento) mis intenciones; tengo mucha ropa en el armario y ni quiero, ni puedo gastarme dinero en muchos trapitos. El caso es que llevaba tiempo queriendo comprarme un par de medias, de esas de colorines, rombos o lo que sea, para darle un poco de gracia a una de las únicas adquisiciones que he hecho esta temporada: un vestido de color negro. Dispuesta a minimizar el gasto, me dirijo al mercadillo que tengo cerca de casa. Hace mucho, mucho tiempo que no iba. Fuí tarde, sobre las 13:30 y ya muchos puestos estaban recogiendo. Aquí en Andalucía los mercadillos de los gitanos son muy populares, yo diría que tienen incluso más aceptación que los del norte. Aquí venden de todo, incluso fruta, verdura, champús del pelo…y aceitunas. Lo tradicional es comprarte tu bolsita de «olivitas» e ir comiendo mientras le echas un vistazo a las camisetas por 3 euros…
El caso es que según comencé mi visita por los intricados pasillos, comenzó a meterse por mi pituitaria un olor horrible, fuerte, desagradable. Según avanzaba, se hacía más y más intenso…para mi sorpresa, el olor provenía de un puesto de zapatos. Zapatos a 5 euros. Planos, con tacón, sin tacón, rojos, dorados, plateados, marrones. Me acerqué para verlos mejor, el olor era ya insoportable. Plástico por fuera…y por dentro. Suela de plástico, supuesta «piel» de plástico y …forro de plástico. A continuación había otro puesto igual. Un montón de gente se quitaba y se ponía zapatos: madres e hijas, maridos y mujeres… Y ahí llegó lo peor: zapatos para NIÑOS 3 euros…vega bonita, que esto se acaba.
Pero, pero….A VER señores…¿es que estamos perdiendo el norte o qué? Los zapatos, de toda la vida se han hecho DE PIEL, no por gusto ni por capricho, sino porque LA PIEL es algo flexible (lo que evita que los zapatos te hagan rozaduras) y transpira (no se si recuerdan pero si su pié no transpira, no sólo se produce un olor bastante desagradable, sino que eso es caldo de cultivo para todo tipo de bacterias, hongos y demás criaturitas de Dios). Y yo pienso: ¿Pero eso nadie lo piensa? ¿sólo lo pienso yo? ¿sólo piensan – uy que barato, en vez de comprarme un par por 45 € me puedo comprar 9 pares????
¿Y que pasa con sus pies? que yo sepa sólo tenemos dos y son para toda la vida…. y como decía antes: mira, para los adultos vale, unos fuman, otros se drogan y otros se compran zapatos de plástico, ayá cada cual con su salud….pero ¿para niños? Se supone que son sus hijos y que quieren lo mejor para ellos! Y ya no hablemos de las bacterias y las rozaduras, sino de los químicos que utilizan en esos zapatos. Me juego el cuello a que la mitad de ellos no han sido debidamente testados…y claro, luego «ay que penita que mi Carlitos se ha vuelto alérgico a todo».
Lo dicho, estamos perdiendo el norte de las cosas. Qué razón tiene mi madre sobre el consumismo y esas cosas (otro día hablaré sobre ella y sus teorías, que son dignas de ser publicadas). ¿Pero no es mejor gastarte 100 euros en unos buenos zapatos que te duren 3 inviernos que no 5 pares que te destrocen el pie y que el año que viene estén rotos?- nótese que ya no digo 5, eso en estos tiempos ya es impensable, la ropa que compramos ahora tiene una fecha de caducidad máxima , (ya sea por desgaste o por moda) de 5 años….a lo sumo y siendo cuidadosos.
Algunos responderán que si la hipoteca, que si el pan y la leche han subido…pues miren, no.Eso no cuela. Deje de salir los sabados por la noche, sustituya el pez espada por las sardinitas y cambie su semana en Cancún por la piscina municipal, pero no le compre zapatos de plástico a sus hijos, por el amor de Dios.
Y ya no hablemos de la industria del zapato en España. Estos fantásticos zapatos chinos están provocando miles y millones de pérdidas a esta industria tradicional española. Aunque, mirándolo desde otra prespectiva están forjando un futuro prometedor a ese colectivo de médicos, que aunque desconocidos, están realizando un utilísimo trabajo a la sociedad: Los podólogos (Siempre hay que mirar los dos lados de la moneda, no?)
Yo, si fuera zapatero, un artesano de esos de los de toda la vida, de esos que han disfrutado con su profesión, fabricando zapatos a mano, cuidando cada centímetro, cada costura, cada ángulo, me preguntaría si el ser humano se ha vuelto estúpido del todo.
La parte que les toca a los chinos…eso da para otro artículo. De momento creo que, con hacer una reflexión nosotros mismos sobre nuestro consumo, es suficiente. Al fin y al cabo el que paga es quien tiene el poder de cambiar las cosas. Y si el chino, si se da cuenta que vende más y mejor si en vez de producir zapatos de mala calidad a 5 €, los produce bien hechos y a 30€, pues todos saldremos ganando, como diría el economista David Ricardo.
El resto de mi paseo por el mercadillo se resume brevemente: más y más zapatos de plástico, pijamas sintéticos oliendo a plástico, cazadoras imitándo a piel de plástico, collares de plástico…A mitad de camino, me dí la vuelta. Ya no me apetecía estar allí y además era tarde. Mi única adquisición: unas aceitunitas aliñadas con pimiento verde y rojo,envasadas en una bolsa …de plástico.